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¿Cómo se hace el vino blanco?

Olivier - 19/10/2020

¿Se ha preguntado alguna vez cómo vino blanco ¿se hace? El concepto puede parecer bastante sencillo. Se vendimian las uvas, se prensan para obtener el zumo que se fermentará con levadura, se deja madurar y luego se embotella... 
En realidad, el proceso implica muchas etapas intermedias, cada una de las cuales requiere conocimientos muy específicos del mundo del vino. En este artículo, descubrirás cómo elaborar vino blanco.

Primera etapa: vendimia

La primera etapa en la creación de un vino es la vendimia. El momento adecuado para vendimiar la uva depende de muchos factores diferentes, que sólo los enólogos experimentados pueden reconocer utilizando diversas técnicas. El tipo de vino que se va a elaborar influye mucho en el momento de la vendimia, ya que cuanto más tiempo permanezcan las uvas en la vid, mayor será su contenido de azúcar. 
Conviene saber que vino blanco puede producirse a partir de uvas blancas o uvas negras, porque el color del vino procede en realidad del color de los hollejos. Basta con prensar las uvas rápidamente sin dejar que el mosto macere con los hollejos.

Segunda etapa: despalillado y estrujado de la uva

Una vez vendimiadas, las uvas se seleccionan y se despalillan. Esto significa que las bayas se separan de los escobajos (los soportes de la planta a los que están unidas las uvas). Este proceso se realiza con una máquina que despalilla suavemente las uvas. El despalillado debe hacerse lentamente, pues de lo contrario se corre el riesgo de aplastar los racimos. 
Sin embargo, no es obligatorio. En la elaboración de determinados vinos, algunos enólogos conservan los raspones para aportar frescura y taninos al vino. 
El estrujado consiste en aplastar las bayas para abrir el hollejo y extraer el mosto. Debe hacerse con cuidado para no aplastar las pepitas.

Tercera etapa: maceración prefermentativa en frío

Antes del prensado, algunos vinicultores optan por realizar lo que se conoce como maceración prefermentativa. Como los vinos blancos se fermentan a partir de los hollejos, esta técnica extrae aromas adicionales de las pieles. Esta operación no es en absoluto obligatoria y se utiliza más comúnmente para elaborar vinos tintos.

Cuarta etapa: prensado

Las uvas vendimiadas -estrujadas o no- se colocan en una prensa, que las aplasta para liberar el mosto (zumo). Se trata de una operación delicada, ya que el objetivo es evitar al máximo el aplastamiento de los raspones o pepitas, que podrían dar al vino un sabor ácido.

Quinta etapa: asentamiento

El zumo resultante es turbio porque contiene muchos restos de raspón y otras partículas. Estos restos, conocidos como "borras", deben retirarse con moderación, ya que un vino que se haya sedimentado demasiado no tendrá suficientes nutrientes para garantizar una fermentación adecuada. Por otra parte, si no se retira suficiente mosto, el vino resultante puede perder parte de su finura aromática.

Sexta etapa: fermentación alcohólica

Esta etapa es vital, ya que transforma los azúcares en alcohol utilizando la levadura presente de forma natural en las uvas. Si se desea, el viñedo puede añadir levaduras manualmente para ayudar a controlar la fermentación. 
La elección del tipo de depósito de fermentación es importante. Suelen ser de madera, acero inoxidable u hormigón. Algunos vinos blancos, como el Chardonnay, que se fermenta en roble, prefieren cubas de madera, mientras que otros prefieren recipientes inertes. 
La temperatura de fermentación también influye en el tipo de vino deseado. En teoría, los vinos blancos se fermentan a temperaturas más bajas que los tintos. Cuanto más baja es la temperatura, mejor se conservan los aromas frutales. La temperatura de fermentación de un vino blanco debe rondar los 20°. Este proceso dura entre 10 y 14 días. Si la bodega prefiere producir un vino más seco y esperar a que la gran mayoría de los azúcares se hayan convertido en alcohol, el tiempo de fermentación se prolongará, por supuesto. Sin embargo, si el vino va a ser moderadamente seco o incluso más dulce, habrá que detener la fermentación, en función de la cantidad de azúcar necesaria.

Séptima etapa: maduración del vino

El objetivo del envejecimiento del vino es añadir textura, peso y complejidad al paladar. Dependiendo del vino, puede madurar en barricas o en depósitos de acero inoxidable. 
Envejecimiento en cubas Esta técnica se utiliza mucho, sobre todo para los vinos que se van a beber jóvenes. Tras la fermentación alcohólica, el vino se vierte en una cuba y se deja allí unas semanas para que alcance cierta estabilidad. 
Envejecimiento en barrica Crianza en barrica: a diferencia de la crianza en depósito, la crianza en barrica se utiliza mucho para vinos potentes que necesitan envejecer. El vino permanece en las barricas durante varios meses y la fermentación maloláctica se produce de forma natural. Es esta segunda fermentación la que confiere más redondez al vino blanco.

Octava etapa: montaje

La mezcla es esencial para obtener el estilo de vino deseado. Cuando pensamos en mezclas, a menudo pensamos en vinos que proceden de una mezcla de distintas variedades de uva. Pero ésta no es la única mezcla posible: un vino varietal se elabora a menudo mezclando vinos de distintas añadas que han sufrido diferentes procesos de vinificación, mezclas con vinos de otras fincas, etc. 
La mezcla nos permite crear vinos de mayor complejidad, añadir más acidez o potenciar los distintos aromas.

Novena etapa: llegada

Los vinicultores se esfuerzan por minimizar el número de tratamientos necesarios en esta fase para garantizar la estabilidad del vino. Por ejemplo, los vinos que contienen azúcar residual deben filtrarse de forma estéril para garantizar que no quede ningún resto de levadura.

Fase final: embotellado

Una vez finalizados todos los procedimientos de acabado, el vino está listo para ser embotellado y cerrado de nuevo con un tapón de corcho. El vino puede dejarse en la botella durante algún tiempo para que envejezca, antes de comercializarlo.

¿Cómo hago vino blanco casero?

Por supuesto, para la mayoría de nosotros es imposible llevar a cabo todos los pasos anteriores para crear nuestro propio vino. Sin embargo, existen métodos mucho menos convencionales y, sobre todo, menos complicados para elaborar vino. 
Puede encontrar multitud de recetas interesantes que requieren poca inversión y para las que todos los ingredientes están disponibles en los supermercados. Muchas personas también optan por kits de preparación que incluyen ingredientes y equipamiento. Encontrará fácilmente una solución que se adapte a su presupuesto y a sus deseos de aprender a hacer vino blanco casero.